Seguridad y Salud en el trabajo en los trabajadores inmigrantes

En los Estados Unidos, los trabajadores inmigrantes constituyen una proporción significativa de la fuerza de trabajo.

En el 2006, el 15% de los trabajadores en los EE.UU. eran nacidos en el extranjero y por lo menos 6.3 millones de ellos eran indocumentados. Los trabajadores inmigrantes enfrentan un riesgo desproporcionado de surfrir lesiones y enfermedades en el lugar de trabajo. Esto se debe a una confluencia de factores entre los que se incluyen una altísima representación en las industrias de mayor riesgo; como la construcción y la agricultura. Adicionalmente; las intervenciones de seguridad en el lugar de trabajo; a menudo no llegan a las poblaciones de trabajadores inmigrantes debido a obstáculos generados por cuestiones sociales; culturales y económicas, entre las que se incluyen el idioma y el alfabetismo. Además, los trabajadores inmigrantes con frecuencia desconocen sus derechos de seguridad en el lugar de trabajo y son reacios a hacer respetar esos derechos.

Todos los trabajadores tienen el mismo derecho a tener un lugar de trabajo seguro y saludable independientemente de su situación migratoria. El Instituto Nacional para la Salud y Seguridad Ocupacional (NIOSH); ha iniciado varios programas dirigidos a identificar y eliminar los riesgos para la salud y seguridad que enfrentan los trabajadores inmigrantes.

Similar es el caso de España donde, entre los años 1996 y 2010; la proporción de población extranjera sobre la población total aumentó de un 1,4% a 11,4%.

Se trata de una población joven y laboralmente más activa que la autóctona; con una tasa de actividad alrededor de veinte puntos superiores a la de los españoles (en 2008; las tasas eran del 57,67% para la población española y del 76,36% para la población extranjera).

El empleo de la población inmigrante se concentra en mayor medida que el de los españoles en determinadas ramas de actividad; como la construcción, hostelería, comercio, agricultura y servicio doméstico, observándose una presencia más reducida en otro tipo de industrias y de servicios; concentrándose en actividades intensivas de mano de obra, caracterizadas por bajos salarios.

En resumen; una proporción importante de la ocupación de los inmigrantes se lleva a cabo en empleos calificables con las tres “p”: penosos, peligrosos y precarios. Por otro lado, en la ocupación extranjera existe un nivel de sobrecualificación en relación con los puestos que ocupan y los trabajadores extranjeros “ilegales”; están abocados a trabajar en la economía sumergida y disponen de menos posibilidades que los autóctonos y los extranjeros con situación legal regularizada.

Aunque se suele asumir que los inmigrantes tienen peor nivel de salud que los nativos, está bien documentado el “efecto del inmigrante sano”, de forma que los recién llegados tienen, por término medio, mejor salud que sus pares en el país de origen e incluso mejor que sus pares en el país receptor, aunque a medida que aumenta el tiempo de residencia esta ventaja va desapareciendo o se invierte. Esto se explica por el hecho de que a menudo los inmigrantes presentan mayor vulnerabilidad que la población autóctona; sufren condiciones de vida y trabajo deficientes. Así, varios estudios han mostrado el mayor riesgo en este colectivo de tener exposiciones perjudiciales; presentar enfermedades y lesiones de distinta naturaleza en comparación con la población autóctona.

Para plantear las posibles medidas de intervención partimos de la recomendación de la OIT según la cual “Se debería promover oportunidades para que todos los hombres y mujeres en edad laboral, incluyendo los trabajadores/as inmigrantes, consigan un trabajo decente y productivo en condiciones de libertad, igualdad, seguridad y dignidad humana”.

Para ello habrá que llevar a cabo, en primer lugar, una profesionalización de los trabajadores inmigrantes, mediante:

  • La estabilidad en los puestos de trabajo que garantice la regularización de las relaciones laborales y mejora de las condiciones de trabajo.
  • El aumento de la protección social, dando respuesta a las necesidades de vivienda, guardería…
  • Integración educativa, sanitaria y cultural.

Y desde el punto de vista específico de la prevención de riesgos laborales, es totalmente necesario que se tenga en consideración que los trabajadores inmigrantes son un colectivo con necesidades específicas y que deberán tomarse las medidas necesarias para asegurarse que conocen sus derechos en esta materia, así como cuáles son sus obligaciones y como éstas son asumidas.

En este sentido, las medidas más importantes para la integración de estos trabajadores/as en materia de prevención de riesgos laborales serían aquellas encaminadas a:

  • La formación/información de conocimientos sobre costumbres, hábitos de trabajo y convivencia.
  • Mejorar el conocimiento del idioma.
  • Charlas que faciliten un mejor conocimiento de las normas básicas de seguridad en el trabajo.

Por último, además, sería necesario que la Administración desarrollase un plan de formación profesional inicial para trabajadores o trabajadoras no nacionales, donde se contemplaran medidas dirigidas a mejorar la integración y la formación práctica en seguridad y salud laboral para que los trabajadores extranjeros se incorporen al mundo laboral con unas condiciones mínimas en materia de prevención de riesgos laborales, entendiendo, por supuesto que dicho plan inicial se vería reforzado con la formación más específica en esta materia ofrecida por las empresas posteriormente.

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